lunes, noviembre 12

Elizabeth: la edad del pavo... digo, la edad de oro.


Nos encontramos ante un subproducto estúpido creado por un puñado de guionistas torpes y con esguince de cerebro. Los yanquis son así: o hay buenos y malos o no hay nada, y es la filosofía que se muestra a lo largo de la película. No seré yo ahora el que defienda en plan obcecado los valores de la patria, y más cuando Felipe II se lanzó a una cruzada para llevar la guerra santa a las costas inglesas, pero es que en esta película los únicos listos son la Reina de Inglaterra (dechado en virtudes y gloria que llora como una madalena cuando a María Estuardo la decapitan en el Castillo de Fotheringhay… coño, menos mal que en la película le cortan el cuello a la primera, si hubiesen sido necesarios dos o tres tajos por la inutilidad del verdugo –tal como asegura la leyenda- a esta mujer le da algo), Clive Owen (el bueno buenísimo, que se dedica a hundir barcos españoles en nombre de la Reina de Inglaterra y a arrastrar a los indios del otro lado del charco… pero no os preocupéis que ahí esta Cate Blanchett para liberarlos y ASEGURARSE de que los traten debidamente) y, por supuesto, Geoffrey Rush encarnando a Sir Francis Walsingham (el capitán Barbosa que tiene un fondo taaaaaaaaaan noble que incluso cuando está sacándole los ojos a los prisioneros pone cara de bueno).

¿Y en el otro bando quienes están? La corte de Saruman y sus patanes, es decir, el Jordi Mollá haciendo de Felipe II y reencarnando a un pseudo Grima Lengua de Serpiente, que da urticaria de sólo verlo, un puñado de becerros feos que cada vez que salen junto a Clive Owen parecen los tontos del pueblo y los nazguls… digo, los curas que rodean a la corte de Jordi Mollá. Por cierto, mensajito para los yanquis y para los ingleses que hicieron la peli. Vamos a ver, porque ustedes vengan a España y sean tan deficientes mentales que se vean incapaces de pronunciar bien el español (sí, vale, ya sabemos que para ustedes el vocabulario castellano se reduce a pincho tortilla, fúrbol, toros, cerveza y putas), eso no significa que los españoles hablemos así (joder, sí que ha hecho mal la verborrea de Alatriste). Los españoles vocalizamos, tenemos una semántica, somos bastante instruidos en el habla, gracias a Dios tenemos un vocabulario que les sobrepasa (en nuestros libros no tenemos que repetir la misma palabra dos o tres veces en la misma página), así que, por favor, instrúyanse. No nos reflejen en las películas con un idioma que no sea el nuestro. Si es que hablan mejor el castellano los ingles que los españoles; cuando sale la corte de España parece que estés asistiendo a un concilio de rusos.

Y me dejo para el final lo mejor: el naufragio de la armada invencible. El descojono padre de la película. Cate Blanchett disfrazada de rohirrin en la costa de Inglaterra, arengando a sus hombres ante la batalla inminente, y los cuatro cintos mil barcos españoles preparándose para desembarcar. Pero no se vayan todavía, que aun hay más. La costa de Inglaterra a un tiro de piedra y bien iluminadita (ya se había encargado la cenutria de la reina de encender todas las almenaras para dar la bienvenida a los españoles) y entonces, al listo de turno de la armada española, se le ocurre echar el ancla ante una inminente marejada (todo menos decir: vamos a ello que la costa está a dos metros de distancia). ¡¡Cagüen la puñeta!! ¡¡Ya la hemos liado!! ¡¡Y encima el Clive Owen con su barco en el bando de los navíos ingleses!! Si no llega a ser por este detalle, casi seguro que sobrevivimos a la tormenta y conquistamos Inglaterra. Pero no, al señor Owen se le ocurre llenar sus barcos de brea y pólvora y, adelantándose 500 años a los aviones kamikazes de los japos, lanzarlos contra la armada invencible. Ale, a tomar por culo los españoles. Y yo que pensaba que la frase era: «Yo envié a mis naves a pelear contra los hombres, no contra los elementos» y no: «Me voy a cagar en el Clive Owen y en sus barcos kamikazes».

La Reina de Inglaterra, con pose de montaraz, antes de la cabalgada de los rohirrin.


Por cierto, que como la reina Elizabeth era tan lista y tan instruida en batallas navales, ideó toda la estrategia de defensa ella solita. No necesitó mariscales ni consejeros ni na de na. Sólo tuvo que plantarse encima del mapa del mundo y con una barita situar los barquitos (como en el estratego), y toda la corte inglesa riéndole las gracias y aplaudiendo lo lista que es. Eso es una reina con un par de ovarios y lo demás son tonterías.

En resumidas cuentas: si quieren ver una buena interpretación de la Blanchett y un montón de despropósitos sin sentido, La Edad de Oro es su película. Sino vayan a ver Stardust o el Orfanato, que al menos éstas sí son de fantasía.


By David Mateo with 6 comments

6 comentarios:

Vaya, con las ganas que tenía de verla porque me gustó la primera, "Elizabeth"...

Así que Clive Owen hace de Francis Drake. No le pega nada. Drake era de todo menos apuesto. Eso sí, la idea de los brulotes (los barquitos incendiarios) fue suya y funcionó a la perfección. Consiguió desorganizar la formación española por primera vez en más de una semana. Al día siguiente, la batalla de Gravelinas con las primeras bajas de altos oficiales españoles. Después, la huida hacia el norte de la Armada española y el desastre.

Elizabeth tuvo poco que ver en la estrategia naval (planteada por el Lord Almirante Howard, Drake, Hawkins y otros pocos) ni tampoco se asomó a la costa. Apenas se movía de los alrededores de Londres.

Lo de las almenaras, por como lo describes, sí fue así. Se encendieron, una tras otra, para alarmar a la población y ponerla alerta contra la invasión española. Fue un medio más rápido que los mensajeros a caballo para movilizar tropas y levas.

Nop, Clive Owen no hace de Drake, hace de Sir Walter Raleigh, y respecto a lo que comentas de las batallas navales, en la película apenas se producen un par de escaramuzas pequeñas. Nada que ver con lo que sucedió. Y en la última batalla, frente a la costa inglesa, no se escapa ni Dios (bueno, sí, un caballo que salta desde la borda).

Ah...Tobías, como he disfrutado este comentario. Al parecer todo el mundo es víctima de la ignorancia de los yankis ( no es sino ver como retratan las ciudades americanas: calles sin pavimentar y dos o tres indios acostados al lado de una iglesia, con grandes sombreros mejicanos).
Es una lástima que el mundo entero se crea toda esa bazofia, simplemente por que aparece en la pantalla grande.

Terrible entonces, porque Walter Raleigh no participó en la batalla naval. Coordinaba con Richard Grenville las fuerzas de tierra. Aunque el papel de Raleigh le pega más a Owen, todo hay que decirlo.

Pues vaya basura, porque los historiadores ingleses, tan honestos y reputados, son los primeros en admitir que ni hubo guerra en el mar ni nada. Apenas se perdieron entre batalla y batalla unos veinte barcos en total de las más de 300 naves que podían contarse entre ambos bandos.

Siempre me pregunto cómo entran en este juego los actores y las actrices británicas, que tan preciados son por su talento y su cultura (el amor a la Gran Bretaña).

Además, en absoluto naufragaron todos los barcos españoles en las costas Inglesas. Tengo entendido que algunos galeones desviaron el rumbo.

En fín, también he metido mucha caña. La peli se deja ver, pero ya está. La Cate Blanchett lo hace de vicio, pero en ningún momento te crees que una reina actuara de esa manera. La ponen de mártir.

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