viernes, noviembre 2

Va de niños...

Mi columna de esta semana en Sedice trata sobre mi experiencia en ese magnífico e inexplicable universo que envuelve a los niños y sobre las consecuencias que ocurren cuando choca con el universo de la fantasía. Dos años de experiencia y unos cuantos talleres a la espalda me han revelado que la fascinación que ellos sienten hacia esa cosmología maravillosa se refleja en un lugar concreto de su rostro. ¿Dónde? Pues empezad a leer…


En la sonrisa del niño está el sentido de la vida, la esperanza del futuro y la satisfacción de un trabajo bien realizado. Cuando un niño te mira a los ojos y abre mucho los suyos, es muy fácil dejarse llevar por una fuerte sensación de deleite y complacencia que te hace orbitar hacia otros mundos localizados a miles y miles de años luz. Es la faz de la inocencia, el sentido de la sorpresa desmesurada, la convulsión del éxtasis y del placer llevados a su máxima expresión. Por eso me encanta trabajar con ellos y transmitirles ese sentido de la maravilla que mi amiguete Juanmi Aguilera tanto menciona en sus ponencias y tan bien refleja este fastuoso universo que es la literatura fantástica.

La experiencia me dice que la fantasía es el mejor vínculo para enganchar a un niño y mantenerlo pegado a la silla con los cinco sentidos clavados en ti. Hablarle de hobbits, de dragones, de elfos, de naves que surcan las estrellas, de piratas que abordan barcos fantasmagóricos, de almas en pena que vagan por los pasillos de un castillo encantado es la mejor manera de captar su atención.

Para leer el resto, ya sabéis, al enlace.

By David Mateo with 2 comments

2 comentarios:

Yo le pongo un diez sobre diez al taller que llevas en Moncofa. Para mí fue una experiencia de las que no se olvidan. Sólo había que verles las caras para tener la certeza de que se les está dando algo importante. ¿No nos pasó así a todos cuando empezamos a descubrir el arte milagroso de inventar y escuchar historias? Además, David, tus chavales son unos soletes.

Creo que lo has definido perfectamente, Jose. Trabajar con nanos es una de las faenas más gratas que hay en esta vida. En cierta forma absorben absorben lo que ven por sus ojos. Hay ocasiones en las que las influencias son negativas, pero esta clase de iniciativas suelen ser las que dan vidilla a su imaginación y les aproxima al mundo de la literatura.
Me alegro de que la experiencia te fuera grata :-)

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