Bueno, tras pensármelo bastante y darle muchas vueltas, me gustaría dejar claras unas cuantas cosas en la entrada de hoy. Hasta ahora, si me he caracterizado por algo en este mundillo ha sido por la humildad y el trabajo, y todo el que me conozca un poco lo sabrá. Uno de los principales objetivos que ha guiado mi trabajo literario ha sido el gusto por, primero, trabajar por mis libros y, segundo, ayudar a autores nacionales a difundir su obra. En este blog se promocionan otras obras de autores nacionales porque, simple y llanamente, me da la gana. Hay mucha gente que se limita a pipiar las verdades del barquero pero a la hora de la verdad: nastic de plastic, sólo piensa en sí mismo y en el grupo endogámico que le rodea (sí, parece que esta palabra está de moda, pues nada, dejemos que siga de moda), pero si te paras a observar, siempre se hablan de los mismos nombres y la misma gente. En este blog se hablan de autores conocidos y no conocidos, de todas las editoriales que hay en el mundillo, empezando por Equipo Sirius y acabando por Espiral, Parnaso, AJEC o Minotauro. ¿Sabéis por qué? Porque, de verdad, me la sopla quién edite, a mí lo que verdaderamente me importa es el autor que se esconde al otro lado. Me importa que esto funcione. Me importa que cada vez haya más autores que publiquen, porque en esencia, que hayan más autores que saquen sus libros al mercado supone un paso más hacia la estabilización del género. Es algo que llevo hablando estos día con el bueno de Pallarés: el triunfo del autor nacional es el bien común del género, porque el autor nacional es el verdadero dinamizador del cotarro.
Bueno, que me enrollo y me voy por la tangente, dejadas claras estas premisas, debo decir que a la persona que más respeto en este mundillo es a mi lector. La persona que se conecta a este blog y se chupa mi paja mental matutina o va a la tienda de turno y compra alguno de mis libros (y gracias a Dios, cada día hay más… incluso a uno ya lo reconocen frente a la sección de fantasía de la Fnac y le piden que le firme una novela delante de otros autores). A todos vosotros gracias. Por supuesto, esta entrada de blog no va por ninguno de mis lectores y amigos.
El caso es que ya me he cansado de hacer el gilipollas en algunos aspectos, y me gustaría dejar claras ciertas cosas antes de que alguien me pida algo más (así se ahorrará un NO rotundo que le pueda doler y a mi me ayudará a no tener que dar una respuesta que posteriormente también me dolerá).
1º) Que nadie me pida una presentación más en Valencia: ni editores, ni autores, ni páginas web, ni Rita la Cantaora. Porque no se la pienso montar. Se cerró el grifo. Montar una presentación me lleva mi tiempo, pedir favores, desplazamientos y llamadas de teléfono aquí y allá, y os puedo asegurar que en Valencia hay buenísimos profesionales, como mi amiga Susana de Ateneaglam, que se dedican a hacer esto a un precio módico y adecuado. Por supuesto, en esas presentaciones, no he pedido nada a cambio, y a veces no he recibido ni el mísero libro que se presentaba. Uno, si quiere venir a Valencia, sentirse protagonista y no dar las gracias a nadie, recurre a un profesional, paga lo que tiene que pagar, y Santas Pascuas. Así que a partir de ahora veré los toros desde la barrera y me dedicaré a preparar mis propias presentaciones y participaré gustosamente cuando se me invite.
2º) Que ninguna organización, tienda o asociación me pida favores respecto a otros autores o autoras. La gente no puede imaginar en los compromisos que me mete cuando me pide ciertas cosas. Creo que esos autores trabajan para sus editoriales, tienen contactos en ellas e incluso agentes literarios que se encargan de negociar y estipular precios de desplazamiento. Yo mismo tengo varios talleres y si debo coger un compromiso con cierto autor considerado de primer nivel, me toca pagarlo de mi bolsillo y asumir ciertas condiciones. Incluso en ocasiones, para esos autores, atender a mi petición puede suponer un compromiso, así que como yo organizo mis propios actos y en ocasiones tengo que pedir favores a esos mismos autores, prefiero ser un poco egoísta en ese aspecto. Seguro que alguno estará pensando: qué gilipollas está siendo el Tobías. Pues bien, debo deciros que en las últimas dos semanas me han pedido hasta cuatro veces (repito, hasta cuatro veces) que invite a una autora determinada a tal o a cual evento. Y en alguna ocasión, a mi ni se me ha hecho mención de ir… que ya es el colmo de los despropósitos.
3º) No soy un experto en antologías y por lo tanto que no me busque absolutamente nadie responsabilidades pasadas. Expertos en antologías sólo conozco a tres personas que garantizan un trabajo sobresaliente: Domingo Santos, Julián Díez y Juanma Santiago. A mí, la experiencia y la dedicación que he tenido en Tierras de Acero MGZN y, ahora, en Historias Asombrosas, me han ayudado a coger cierta capacidad intuitiva y a conocer a un montón de autores que confían en mi manera de trabajar y a los que les estoy muy agradecido. Es más, en Historias Asombrosas jamás he pedido que la estructura de un cuento cambie. Conmigo, en su día, Julián hizo un excelente trabajo en el relato titulado «Reina de sangre», que salió publicado en Artifex. Eso sólo puede hacerlo una persona capaz y con experiencia garantizada de muuuuuuchos años leyendo textos. A partir de ahí, dejo bien claro que sólo he llevado una antología: Sepulcralia, que la cogí cuando el anterior antologista la denostó, hice un viaje a Madrid para publicarla, conseguí un acuerdo con una editorial y algunos autores montaron la Mundial al ver un contrato que sí, pudo tener sus errores, pero era un contrato digno teniendo en cuenta la situación actual del mercado en España. Pues bien, al final, al editor se le hincharon los cojones y una antología más a tomar por culo. Por cierto, a los autores que reventaron la antología con tanta queja: yo no sé si vosotros habréis podido publicar ese relato o lo tendréis muriéndose de asco en un cajón, yo sí que lo voy a publicar.
Que la cosa salió mal, vale. Que nos jodimos todos, también. Pero que quede bien claro que Sepulcralia fue un proyecto que Juan de Dios Garduño empezó con mucha ilusión pero mal enfocado. Que yo cogí ese proyecto cuando estaba muerto, traté de revitalizarlo y estuvo a punto de ver la luz. Que tendríamos que ver qué habría pasado si ese proyecto lo hubiera cogido otro o, simplemente, nadie se hubiera tomado la molestia de menearlo. Y que ya empiezo a estar un poco hartito de que se me mencione tanto Sepulcralia cuando pongo encima de la mesa otra antología que no tiene nada que ver con las anteriores. Si alguien duda de algún proyecto propuesto, que simplemente no acepte. Si no pasa nada. Pero, por favor, basta ya de despertar ciertos fantasmas.
4º) Últimamente voy bastante agobiadillo escribiendo mis libros y los trabajos que requieren otras editoriales. Cuando algún antologista acude a mí y me pide algún cuento porque piensa que voy a aportar algo a su libro, yo lo hago encantado. Y bien sabe la gente del mundillo que nunca pido pasta y que hago el trabajo gustosamente y dando las gracias por la oportunidad que se me brinda. Ahora bien, si el antologista es el que viene a mí pidiéndome un trabajo y yo escribo para él: que asuma después ese trabajo. Todavía no ha ocurrido el caso: pero que nadie me pida que escriba expresamente un cuento para luego descartarlo porque se cree el mejor antologista de España, porque en este país, como he dicho antes, sólo hay dos o tres personas con experiencia demostrada para realizar estas funciones a las mil maravillas. El resto de los mortales, y me incluyo en el saco, somos animales de instinto que nos dejamos llevar por nuestros gustos personales y nuestras manías a la hora de escribir.
Extrapolemos esta situación a Historias Asombrosas: si yo, como editor, voy a Joaquín Revuelta y le pido un cuento, es porque Joaquín Revuelta me ofrece las garantías suficientes para obtener un cuento excepcional o porque para mí, como profesional, me ofrece una línea de calidad que no encontraré en otros autores. Y si luego el cuento no me gusta, trato de arreglarlo estilísticamente y me lo trago, porque para eso le he hecho perder el tiempo a Joaquín Revuelta.
Otra cosa bien distinta es si yo acudo a un antologista ofreciendo mi cuento, entonces seré yo el que tenga que adecuar mi trabajo a sus exigencias. Y si después de pegarme la panzada a escribir, ese cuento no llega a ningún sitio, me lo tragaré con todas las consecuencias. Pero, por favor, seamos un pelín profesionales y hagamos las cosas bien.
Sé que me ha salido una entrada de blog un pelín durilla, que puede herir susceptibilidades, pero si he decidido ponerla es porque estoy harto de ciertas situaciones y porque en algunas ocasiones he pasado incluso alguna noche chunga con todos estos temas. Y si yo hago las cosas bien, que otros también las hagan y no traten de sacar tajada de donde no se debe sacar. Que el esfuerzo de hacer ciertos trabajos otros lo cobran bien cobrado y yo, en algunas ocasiones, me llevo unos bocados terriblemente amargos. Así que, a partir de ahora, que otro baile con la más tonta.