miércoles, marzo 12

¿Por qué Spiderman?

Quien sea lector habitual de este blog sabrá que soy fan incondicional de Spiderman. Que sí, que lo soy, a pesar del inútil de Quesada y de su pelele de pim pam pum Extrañisqui. Leyendo la columna de Angel Muriel de esta semana en Scifiworld, no puedo más que quitarme el sombrero y estar completamente de acuerdo con él. Spiderman es un icono cultural. Su identidad maltratada por el público (y ahora también por su propia editorial) lo convierte en el héroe amigable que todos querríamos tener al lado. Su galería de villanos es inigualable y conocida por todos. Pero lo mejor del personaje es el hombre que se esconde tras la máscara: Peter Parker (pero el Peter Parker sin reseteo, oiga, al otro lo conoce Quesada y los cuatro babosillos que le hacen el culo gordo). Peter ha crecido con nosotros. Lo vimos en el instituto, en la universidad, lo vimos echarse novia, lo vimos sufrir con la pérdida de sus seres queridos, lo vimos junto a la plantilla del Daily Bugle, lo vimos buscando refugio en brazos de MJ, lo vimos en su boda, en su viaje de novios, lo vimos fugazmente en su rol de padre (sí, Quesada, tuvo una hija con la que Marvel Cómics podría haber hecho miles de maravillosas aventuras sin tener que recurrir al reseteo de las narices)… Es un personaje entrañable que ha crecido con nosotros y ahora, después de cuarenta años, le han pegado un tiro de muerte, a bocajarro y por la espalda, que convierte la segunda saga del clon en una obra maestra. Y lo peor es que lo han encañonado los de casa y el pobre Peter, tan inteligente y tan sagaz cuando lucha contra sus pérfidos enemigos, no tiene más remedio que plegarse ante los inútiles que toman decisiones.

Pero dejemos de hablar de aquellos que se están ganando a pulso el derecho de quedar integrados en la lista de «mediocres que pasaron por Amazing Spiderman» (léase Howards Mackies o John Byrnes) y volvamos al pasado, que es lo único que nos queda a los viejos aficionados: el glorioso y nostálgico pasado en el que Peter Parker era Peter Parker.

Siempre que pienso en Spiderman me viene a la cabeza esta viñeta:

¡¡Esto es Spiderman!! Romita Sr. (¡¡cómo no!!), en una sola viñeta, refleja la esencia del personaje. Basta echar una ojeada para ver que el pobre Peter ha acabado hecho un guiñapo tras una batalla contra Octopus que dura todo el número (concretamente el Amazing 112) y justo al final, cuando todo parece ganado, irrumpe un nuevo villano, más estrafalario que el anterior, con una pinta de Al Capone que tira de espaldas, y rodeado de villanos armados con metralletas. Continuará.

¡Esa es la esencia de Spiderman! De la sartén al fuego. Un más difícil todavía, pero sin grandes contiendas intergalácticas, sin grandes conspiraciones grandilocuentes. Simplemente, Peter Parker y sus vicisitudes.

¿Saben cuales son las dos primeras historias que recuerdo con más cariño de Spiderman? Ahí van:

Heredé ambos tebeos de la colección de tomitos Vértice en blanco y negro que tenían mis hermanos mayores. No tenían tapas, incluso a alguno le faltaba las primeras páginas, así que cogí cola y pegué los dos comics seguidos (después añadiría unos cuantos más a ese super-tomo). Entonces, inocente de mí, no sabía que efectivamente su correlación era exacta. Estamos hablando del Amazing Spiderman 13 y del 14. Lo que ya no me atrevería a asegurar es si puse el 14 después del 13 o la inversa.

El caso es que el Amazing nº 13 comenzaba de una manera muy misteriosa (al menos así se le antojaba a un criajo de diez años que nada sabía de piruetas argumentales): ¡¡SPIDERMAN ASALTANDO UNA CAJA FUERTE y llevándose una bolsa llena de dinero!! Y encima, Peter Parker, a la mañana siguiente, dudaba si había sido él el causante del robo. Maravillosa inocencia la de los autores de antaño y la de los lectores que caíamos en sus fantásticas estratagemas. Eso era magia y lo demás son tonterías. El caso es que a renglón seguido aparecía el verdadero causante del desaguisado: Misterio. Y una vez más, servidor, tiene que quitarse el sombrero ante la capacidad creativa de Ditko. Misterio es, sin lugar a dudas, el villano más estrafalario y pulp que se ha creado en Marvel y sólo podía pertenecer a la galería de Spiderman. Traje arlequinado, verde que te quiero verde, con una gran capa rematada con broches con forma de ojos, botas de hierro y guanteles. Y para rematar la faena, una pecera en la cabeza. Además, siempre va rodeado de niebla espesa y es un experto en efectos especiales. ¿Qué más se puede pedir? Supongo que ya con diez años había desarrollado una vena romántica hacia todo lo que sonase disparatado y excesivo. Y Misterio es esencialmente eso: artificio.

El Amazing Spiderman 14 es otro cómic extraordinario en su concepción sencilla y natural. Aparece por primera vez el Duende Verde (entonces el Duendecillo Verde). En mi niñez, incapaz de catalogar semejantes directrices, ya era un villano que se había enfrentado un millón de veces con Spiderman. El grotesco supervillano reúne a un grupo de mamporreros llamado los Forzadores y convence a un productor de cine para que le preste unas instalaciones en el desierto de Nuevo México donde rodar una película con Spiderman. Disparatado, ¿verdad? Pues a mí, entonces, me pareció una historia maravillosa.

Voy a dejarlo aquí por hoy (ya seguiré con estas pajas mentales más adelante), pero quería detenerme en un cómic muy especial. Aquí va la portada:

Hasta entonces había visto los cómics de Spiderman como algo inocente. Sí, llenos de aventuras y peripecias, de peligros y de emociones fuertes, pero siempre en un ambiente familiar que invitaba al disfrute. Sin embargo, un domingo de Plaza Redonda en Valencia, entre cómics apilados di con el Peter Parker Spiderman nº 16 de Vértice. En él aparecía una especie de zombi. La leyenda que acompañaba a la portada rezaba: Hasta que la muerte nos separe. El título era ¡¡Peter Parker Spiderman!! ¡Pero si la identidad de Spiderman era secreta, ¿cómo podían ponerla en el título?! Y encima, en el margen superior se destacaba claramente la palabra: ADULTOS.

Huelga decir que el librero del rastro tenía este comic amontonado entre lotes de "Historia de la cripta" y otras revistas de índole semejante. Mi reacción: cogerlo inmediatamente. ¿Qué cojones era aquello? Spiderman no podía ser para adultos. Llegué a casa y comencé a hojearlo. Estuve a punto de vomitar. La historia comenzaba con una especie de zombi putrefacto llamado Carroña quitándole la máscara a Peter Parker, había una ameba repugnante que estaba a punto de devorar a Spiderman y, encima, cuando aparece otro superhéroe para rescatar al pobre Peter (entonces no podía imaginar que se trataba de un ayudante renegado del villano), Carroña le lanza unos polvos mágicos que lo mata mientras su cuerpo se descompone en un amasijo de carne y huesos.

Para mí, ese cómic fue un shock. Desde entonces ya no vi las aventuras de Spiderman con ojos inocentes. Había leído una historia de terror en el cómic de mi superhéroe de infancia. Y mientras sentía asco por las viñetas que pasaban ante mis ojos, también sentía crecer en mi interior una fascinación que me impulsaba a seguir leyendo y disfrutando de aquella aventura tan macabra. ¡Waw… Spiderman no era para niños! ¡Misterio, el Duendecillo Verde, Octopus y compañía dejaban paso a Carroña… el muerto viviente! Los personajes secundarios de toda la vida, cedían su lugar a otros personajes que no conocía pero que cambiaban el ambiente familiar que rodeaba al viejo Peter Parker.

Entonces comprendí que yo estaba creciendo y mi personaje favorito, lejos de quedarse estancado, evolucionaba conmigo. Y eso me hacía feliz, porque supe que esos comics que me asustaban y me hacían sentir grandes emociones podían seguir acompañándome en el camino a la madurez. Con el tiempo, Carroña dejó de amedrentarme tanto, aunque comencé a verlo con recelo al comprender que era el clon del maníaco asesino que había amado en secreto a la novia muerta de Peter Parker y que se había disfrazado de Chacal con tal de mitigar sus ansias de venganza. La criatura se convirtió en un monstruo más espantoso que insinuaba connotaciones verdaderamente sombrías.

Recuerdo con mucho cariño esos comics deslavazados heredados de mis hermanos y pegados con cola para crear un núcleo argumental coherente. Recuerdo con mucho cariño los paseos por el rastro con mi padre en busca de cómics de Spiderman que pudieran completar mi colección. Era mi niñez, la niñez de mi familia, la niñez de mis hermanos, de mis padres, de todo aquello cuanto me rodea hoy. Spiderman, en cierto modo, era yo, y su entorno mi familia. Por eso me duele tanto que me lo toquen, por eso me duele tanto que alguien que no comprende lo que es Spiderman lo mutile y se ría de nosotros sólo porque le mueve el ansia de ganar dinero, porque en cierto modo se está riendo de mí y de algo muy grande que orbitó sobre mi infancia.


By David Mateo with 7 comments

7 comentarios:

Hola,
por fin un blog con contenido interesante. que bien!nada mas...
solo un segundo para dar mis gracias por este blog!
muy bueno.
Encontrado por casualidad navegando por internet me he pasado mas de 2horas aqui!!!!!
muy buenoooooo!!!

Interes en un intercambio de enlace?

Hasta pronto
un saludo
Mario - mi blog

Hombre, Mario, muchas gracias por tus comentarios. ¡¡Dos horas leyendo el blog!! Habrás acabado de los nervios. En fín, que me alegro mucho que te haya gustado.
Tampoco tengo ningún problema en añadirte a la blogosfera. Ánimo.

Cien por cien de acuerdo, David, en todo. Yo también recuerdo con muchísima nostalgia y sentido de la maravilla las aventuras del trepamuros. De hecho, soy los bastante mayor como para haber empezado a leerlo desde el principio, en los tomitos Vértice. Los dos primeros que compré en mi vida, con ocho o nueve años, fueron el nº 1 de La Espada Salvaje de Conan y el nº 9 de Spideym id est, contra el Rino.

Ahí es nada :))

Yo empecé a coleccionar después, durante la etapa Bruguera a color. Los Vértice en blanco y negro los heredé de mis hermanos mayores y tenían impregnado un olor nostálgico a pueblo. Los guardaba en una bolsa de deportes llena de telarañas y los dejaba en la cuadra hasta el verano siguiente. Mi madre, ni en sueños, me hubiera dejado traer esa "guarrada" al piso de Valencia. Así que durante el año leía y coleccionaba Bruguera y el verano estaba reservado para Vértice.
A Forum me enganché años después.

Pues nada Strachinski capaz de lo peor y de lomejor y Quesada, que acierta para algunas cosas, parecen haberse equivocado los dos en esto.

Yo no sigo Amazing ni las otras coles regulares del lanzarredes, pero con LObezno son mis personajes favoritos de Marvel. Sí que hago la colección de Ultimate, una joya escrita por Bendis.

Me has ganado en extensión y detalles, David. :D Aunque ganas no me faltaron de dedicar varios artículos al tema.

La viñeta que has destacado con Octopus caído, Spiderman con el arnés y Martillo/Yunque haciendo su aparición es la que me impresionó. Ese fue el primer tebeo de Spiderman que tuve. Lo que explicaría muchas cosas, ¿verdad?

Celebro que te haya gustado mi artículo. A pesar de todo, le sigo teniendo mucho cariño al personaje. Me da pena lo que hacen con él a veces. ¿Qué fue de su hija, pobrecita, aparte de quedar atrapada como Spidergirl en una realidad marveliana paralela? ¿Y qué ha sido de los pinchos que le salían a Peter de las muñecas tras resucitar de la forma más horrenda y ridícula? Se olvidan de demasiadas cosas y los lectores "empezamos" a cansarnos.

Pero Spiderman es Spiderman.

Yo ahora mismo soy incapaz de decir si los lanzarredes de Spiderman son orgánicos o mecánicos. Sé que cuando se pusieron de moda las pelis, a algun cerebrito se le ocurrió que se volvieran orgánicos.
¿Y lo de los 40.000 millones de Misterios? ¿Y el Escorpión ahora con el traje de Veneno? ¿Y la muerte tan ridícula de Matanza en los primeros números de Nuevos Vengadores? En fín... ¡Quesada, pírate a casa!

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