viernes, abril 25

El nuevo...

Deambulando por Internet en mis horas de insomnio (sí, constituirse como autónomo es lo que tiene, que el que no duerme sigue sin dormir y el que duerme comienza a padecer insomnio) encuentro un enlace en Stardust que me lleva a la siguiente noticia:

George R. R. Martin: éste sí es el nuevo Tolkien

Y mira que me detengo a observar a tito Martin y a Tolkien y se parecen como un guisante a una botella.

A ver si son capaces de encontrar las 7 diferencias entre una foto y otra.

¡¡Ah, no!! Nos referimos a lo literario. Es decir, ambos escriben sobre mundos fantásticos y civilizaciones perdidas en los albores del tiempo y… y… y … … ¡¡San se acabó!! Aquí acaban las coincidencias entre tito Martin y Tolkien. El estilo literario de uno y otro son completamente diferentes y las historias también. Lo dicho, como un guisante y una botella. Pero estamos empeñados en buscarle un sucesor al trono de Tolkien. ¿Y al de Howard cuándo se lo buscamos? ¿Y al de Moorcock? ¿Y al de Holdstock?

Cuando se estrenó El señor de los anillos en la gran pantalla también aparecieron un buen puñado de sucesores: Liliana Bodoc, Anselm Audley, Christopher Paolini… Incluso C.S.Lewis, como era compañero de tertulias de Tolkien, también escribía igual que él.

Eso en la fantasía, ¿y en el terror? … ¿A quién te pareces si tienes un estilo fluido, natural y sencillo de digerir?

¡¡Premio a los señores!! Stephen King. Todo el mundo escribe igual que Stephen King. Ya puedes hacer una de vampiros, una de hombres lobos o una de zombis contra electroduendes. El caso es que como aparezca en la historia la típica vecina cincuentona con el pelo recogido con rulos y un monstruo que sale del armario, el relato ya es calcadito calcadito a lo que hizo Stephen King en la década de los setenta (cuando era bueno... ahora mejor no parecerse). A Deant Koontz y a Peter Straub que les den por culo.

Los géneros siempre orbitan alrededor de figuras legendarias que han dejado su impronta en la literatura universal. Al escritor novel hay que halagarle el oído con referencias efectistas que todo el mundo conozca y, de paso, ilusionarle un poquito con la posibilidad de engrosar con unos cuantos ceros la cuenta corriente. Pero lo que hay que comprender es que por mucho King que seas, estamos en un «mardito» país llamado España en el que el talento literario sólo vale a la hora de redactar las felicitaciones de Navidad y es más importante tener en cuenta qué número de libros eres capaz de vender en un sector de población determinada.

Es lo que hay. El cuento del joven Stephen King descolgando el teléfono de su casa y recibiendo la noticia de que le van a sacar nosecuantos mil ejemplares de su novela y va a recibir un adelanto de otros nosecuantos mil dólares es una bonita historia norteamericana que difícilmente va a repetirse en España. Aquí, el que saca nosecuantos mil ejemplares de su novela y va a ganar nosecuantos mil euros a modo de anticipo, lo sabe perfectamente incluso antes de descolgar el teléfono para ponerse en contacto por primera vez con el editor.

Jamás existirá el Stephen King español, igual que no existirá el Tolkien español o la Rosamunde Pilcher española (supongo que en la novela romántica también existirán comparaciones, ¿no?). Aquí el que más sabe se lleva a la más guapa y el resto a bailar con las feas. Es lo que pasa cuando el salón de baile es pequeñito. Y si te descuidas, te llevas un pisotón que acaba quitándote las ganas de bailar.

En fin, que el tito Martin es un monstruo, eso no hay quien lo niegue, pero Tolkien sólo hubo uno, igual que Stephen King es único e intransferible, y vive acantonado en una mega mansión de lujo en Mane y sólo sale de vez en cuando con la familia en su avioneta privada. Lo demás son tonterías.


By David Mateo with 5 comments

5 comentarios:

David, existe algo llamado "etiquetas" que, inexplicablemente, todo bicho, viviente o inerte, debe de llevar para ser algo en este mundo.
Si no es catalogable, no existe. Si existe, se ha de catalogar, y normalmente esto lo hace una persona que tiene una lista delante de él y selecciona el palabro que más le viene ese día.
Como siempre, hay un grupo de personas (escaso, por desgracia) que nos vamos guiando por nuestras propias experiencias y ponemos a las obras en la categoría que se ajusta mejor a lo que es. Cosa que, por otro lado, no deja de ser otra etiqueta, quizás tan (o tan poco) válida como la anterior.

Es lo que hay...

Un saludín

Vamos, el pez que se muerde la cola. Estás encasillado o estás encasillado. Esas son las dos opciones.

Es cierto lo de los encasillamientos de los escritores. Yo soy un fan de Stephen King y la verdad es que él siempre dice que su oficio es escribir y ante todo es ESCRITOR. Pero no sólo del género de terror (que es lo que le encanta y lo que le ha dado de comer durante muchos años), sino autor ante todo, amante de la literatura, aunque lo hayan encasillado en el género de terror. Y es cierto, y no se puede desprender uno de esa etiqueta: Tú escribes fantástico, o de terror o romántico. Lo importante de todo esto es que sigáis escribiendo y aportéis a la literatura vuestros conocimientos y vuestra sabiduría.

Hombre, en el caso de Stephen King el encasillamiento en el género de terror es impepinable. Si el 99,9 % de tus novelas son de misterio, terror o angustias varias, en este caso tu trabajo habla por ti. El oficio es el oficio (y el señor King es un gran escritor), pero el género en el que se circunscribe viene dado por su vasta producción.

En resumidas cuentas: no creo que a King le afecte demasiado el encasillamiento King. Es más, creo que éste es el único caso en el que el encasillamiento se le queda chico :D

    • Popular
    • Categories
    • Archives