viernes, octubre 17

El terror siempre vuelve... ¿es que acaso se ha ido?

Uno, cuando termina una novela de cualquier género, intenta hablar con muchos editores y recabar información de primera mano. Al fin y al cabo, el primer interesado en saber qué posibilidades tiene un producto es su creador y eso conlleva recopilar muchas opiniones y entrevistarse con los mejores profesionales del mundillo. La respuesta siempre ha sido la misma: el terror es un género minoritario y no vende.
Ante ciertas afirmaciones y, echando un vistazo a mi alrededor, no me queda más remedio que ponerme el traje de interprete y sintetizar el verdadero sentido del mensaje, que más o menos vendría a ser el siguiente: ¿Dónde vas piltrafilla? Si tú no eres nadie. No te creas reina del mambo cuando no tienes ni la etiqueta de anís del mono, confórmate primero con ser fregona y ya veremos lo que pasa después.
Este sería el mensaje más realista y diáfano de lo que hay, pues dada la situación de mercado y estudiando el tejido de lo que más se vende en nuestro país, no se puede sacar otra conclusión. Y oigan, para qué nos vamos a engañar, entiendo perfectamente la postura de los editores e, incluso, la respeto. No hay nada peor en esta vida que creerse capitán y no llegar a ser marinero raso. Las responsabilidades, la presión, los nervios de las ventas no las quiero para mí, que se las queden los que realmente reciben un sueldo. Yo con cobrar un anticipo que haga un poco rentable la compra de unas gafas por el exceso de horas frente al ordenador me conformo.
El caso es que a estas alturas hay ciertas afirmaciones que me causan una sonrisa transversal. ¿Que el terror no vende? Echémosle un vistazo a este artículo del País:

En Francfort, los editores se mueven a menudo por unas listas conocidas como "libros calientes". Son los títulos más potentes seleccionados por los scouts o espías, los libros que los grandes sellos quieren conseguir. Ayer por tarde, el primer volumen de la trilogía de Del Toro, The Strain (que se traducirá como El virus o La gripe), ocupaba el primer puesto en una de las listas más reputadas. Aunque Suma, editorial que pertenece al Grupo PRISA, editor del diario EL PAÍS, se había llevado el gato al agua hace unos días, antes del comienzo de una feria en la que la mayoría de las negociaciones importantes llegan con apenas unos flecos pendientes. Las ventas de la trilogía a otras lenguas avanzaban ayer a toda máquina.


No vistamos al lobo con piel de cordero. La novela de terror vende, claro que vende. ¿Por qué no ha de vender? Todo depende de quién la saque y el nombre que figure en la portada. Y no importa la cantidad de hemoglobina y vísceras que se derramen por página; si el autor es mediático, la casquería dejará de ser casquería y se convertirá en un escabroso torrente de buen gusto, y si es un chiquilicuatre el que firma la obra la casquería será inmunda y causará arcadas de asco. Que a estas alturas nos conocemos todos y, en muchos casos, ya sabemos cómo se las gasta la opinión pública.
Personalmente siempre he creído que la popularidad de un género no se mide por el interés del público, sino por el nombre que se esconde tras el título. No hay más que echar un vistazo a los libros más vendidos: la Meyer llevándose de calle el mercado juvenil con sus vampiros y el niño Pablito cabalgando a lomos de Brisingr.
Es decir, vampiros, vampiros y vampiros, o lo que es lo mismo, terror, terror y terror. Si atendemos al mensaje puro y duro que nos dan las cifras de ventas, el terror está de moda, y si es de vampiros más. Y si dirigimos las miras hacia España, nos topamos de morros con Joe Hill y sus fantasmas, que ha entrado como un ciclón gracias a papá King y se dedica a hacer su agosto en las estanterías de las librerías más importantes.
Pero volvamos al artículo del País:

"Las historias de vampiros siempre vuelven, nunca han dejado de estar de moda", explica Pablo Álvarez, director de Suma. Y es cierto que en estos tiempos inciertos de crisis, cambio climático, en este mundo de desconcierto, los vampiros, el mito balcánico que Bram Stocker convirtió en una gran leyenda gótica, están más de actualidad que nunca. No sólo las novelas juveniles de Stephenie Meyer -Amanecer, la última, acaba de aparecer en español editada por Alfaguara y ha vendido decenas de miles de ejemplares en apenas una semana-, sino que la serie de la HBO que arrasa esta temporada se llama True blood (Sangre auténtica). Dirigida por el creador de A dos metros bajo tierra, la serie está basada en las novelas de Charlaine Harris, que Suma también tiene previsto editar en 2009, y relata cómo en EE UU, después de la invención de una sangre sintética, los vampiros salen a la luz y tratan de ocupar su lugar en la sociedad.
"Las novelas de Del Toro hablan del bien y del mal, pero también del miedo ante lo extraño, de los pobres y de los ricos. Es un tema antiguo, pero que vuelve constantemente. No sólo ahora, sino que también tuvo su momento en los ochenta y noventa con las novelas de Anne Rice. Pero ha conseguido insertarlo en la actualidad, en la vida cotidiana. La trilogía contiene referencias a avances médicos y al terrorismo. Y tampoco podemos olvidar que el miedo al otro tiene mucho que ver con la inmigración", señala Julieta Obedman, subdirectora de Suma, que publicará la trilogía también en catalán y portugués. La tirada inicial se calcula en unos 150.000 ejemplares.


¿No encontramos cierta contradicción entre los mensajes que lanzan los pequeños editores y la propuesta que hacen los grandes editores de Suma ante el gran público? Por un lado, no escribas terror porque no vende y, por el otro, las historias de vampiros siempre vuelven porque nunca han dejado de estar de moda. Dudo mucho que la historia de Del Toro pueda compararse con la de la Meyer (más que nada porque Del Toro es capaz de hacer algo con más mala hostia y no destinado a un público juvenil); probablemente Del Toro, sí que haga una novela de terror, así que nos enfrentamos ante un fenómeno mediático que copará las estanterías.
Dejemos de esgrimir un discurso que no es realista. Con 150.000 libros encima de la mesa, estamos hablando de una campaña de marketing que revalorizará el producto y lo meterá por los ojos del consumidor (¡y ojo, la novela lo merecerá, seguro, lo dice un aficionado de Del Toro!), pero esa estrategia de mercado contradice a la perspectiva de que el terror no vende o no tiene difusión entre el público. Porque no nos engañemos, si el libro no fuera atractivo, ya podría firmarlo hasta Del Toro, que no se iba a comer un colín. Pero como bien dice la editora de Suma, vivimos en tiempos inciertos y el miedo ante lo extraño siempre ha estado a nuestro alrededor. El terror es ese pasajero que siempre llevamos encima, que nos atemoriza, que nos hace retroceder y nos congela el corazón durante unos segundos. El terror es morbo, incertidumbre, escalofrío…
El terror es aquello que nos lleva a apartar la vista para volver a mirar a los dos segundos. Y eso, difícilmente, no nos lo va a quitar nadie. Si las historias de vampiros siempre vuelven, ¿por qué no van a hacerlo las de fantasmas? ¿O las de demonios? ¿O las de monstruos? Yo creo que las historias de vampiros y otras criaturas espeluznantes nunca vuelven, sino que siempre han estado con nosotros, porque forman parte de un acervo cultural que desde los inicios de los tiempos nos ha interesado. Y no nos engañemos, si no se han ido, difícilmente van a volver. Simplemente hace falta una mano amiga que las aúpe y las sitúe en el lugar que les corresponde.












¡¡¡Os recordamos que hoy toca actualización de Tajundra!!!

By David Mateo with 11 comments

11 comentarios:

Qué te voy a contar, no puedo estar más de acuerdo.
A mí no me entra en la cabeza una cosa: la novela infantil y juvenil está absolutamente dominada por la fantasía y el terror, basta con echar un vistazo en cualquier librería. Pero, ¿qué sucede cuando terminan esas colecciones para adolescentes y entramos en la literatura "para adultos"? ¿A dónde se ha marchado toda la fantasía? Comprendo que los lectores maduran y sus intereses se amplían, se pierde cierta inocencia y blabla, pero... ¿hasta el punto de que la fantasía y el terror queden marginados a estantería remotas y editoriales especializadas? Es imposible, es ilógico. El gusto por la fantasía permanece en los lectores, y simplemente, no tienen una oferta digna con que saciar ese gusto cuando se pasean por las mesas de novedades generales. Es lo que yo pienso, aunque soy parte interesada y sospechosa, claro.
Si las editoriales fuertes apostaran por el género, el género se vendería. No me cabe la menor duda.

Eres parte sospechosa, pero también dejemos otra cosa clara, los escritores somos lectores potenciales. Yo, al año, me gasto una pasta gansa en libros y me jode, como lector/comprador, no encontrar los libros que me gustan en las mesas de novedades.

Cuando vas a presentarle tu manuscrito a un editor y sientes cómo se te encogen las pelotillas, ESO es el TERROR.

Creo que el meollo de la cuestión se encuentra en lo que tú mismo comentas. La mayoría de gente se mueve/nos movemos por autores y obras concretas antes que por géneros. Es una chorrada decir que éste o aquel género no vende. Si por poner un ejemplo improbable, al señor king le diera por publicar una saga de ciencia ficción en cuatro días los titulares la encumbrarían como el género de moda ante el boom de ventas. Evidentemente si Joselito Pérez a quien ni en su casa conocen se presentara ante su editor con una novela de ciencia ficción lo tratarían con tanta condescendencia como si se presentara con una novela histórica o un libro de autoayuda. Ahora bien, sí es cierto que toda una serie de autores, clase media, llenarían las estanterías con sus mamotretos de ciencia ficción, igual que pasó con las conspiraciones históricas después del código da Vinci, o está sucediendo con los vampiros con las hormonas desatadas para adolscentes. Las industrias del ocio funcionan a ramalazos.

Yo creo que la pregunta es ¿qué se vende?
Uno de los problemas del fantástico es que cuando a un editor de mainstream le preguntas ¿qué se vende? automaticamente piensa en algo que encaje con el perfil española de 20 a 60 que viaja en metro (mayoritariamente... drama. Sí, hay grandísimas excepciones, pero cuántas chicas participan en este foro?, dos o tres). El segundo segmento es la narrativa infantil-juvenil (y ahí sí que encaja). Y el otro tercero es la película de moda. Los otros segmentos de lectores están muy fragmentados, son dificiles de aglutinar (más allá del rollo autor-marca y estilo Anagrama, vg Daniel Pennac). En fin... a joderse...

Yo voy un poco con lo que decía Enric, si te llamas Joselito Pérez y escribes las Crónicas de un Nosferatu, te dicen, que sí que sí chaval como no te lo autoedites esto no se vende. Si te apellidas Hill, Meyer, Del Toro te dan un abrazo, te preguntan de cuántas cifras quieres el cheque y te ponen un piso en la Castellana.

y se le olvidaba, yo soy autor de novela de vampiros, adulta , creo.

Tal vez (y me estoy metiendo donde no me llaman) sea el momento adecuado, ahora que parece que las novelas de vampis experimentan un repentino auge, de apuntalar el género y hacerlo crecer. Es decir, que las editoriales apuesten por autores con capacidad creativa que orbiten alrededor de esas novelas con postín que generan tanto público.
Algo así como pasó con el Código de Dan Brawn y las novelas pseudohistóricas que nacieron a su estela.
Sería un puntazo que estuviéramos ante el resurgimiento de un género. Aunque me da la impresión de que es una utopía.

Hablando de literatura de género, hazte con el Público de hoy viernes, que incluye un reportaje sobre las novelas de vampiros que están de moda entre adolescentes.

Y, por lo que puede leerse, lo que gustan son los vampiros "amariconaos"...

Ojala se vuelva a poner de moda "Vampiros Lesbos"....
Que gran pelí!!!! Y qué banda sonora!!!! (casi mejor)

Pues mañana puedo tener un serio problema, porque voy a poner en marcha un club de lectura en el taller y uno de los libros que estén sobre la mesa será el de la Meyer.
Quenosalga, quenosalga, quenosalga...

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