lunes, octubre 6

Poniendo los cimientos

Es divertido comenzar a construir un libro, siempre y cuando tires por el método mapa y no te decantes por la brújula. Dejando a un lado los quebraderos de cabeza por tener que gastarte una pasta gansa en libros de consulta (para «Noches de sal» cayeron las seis actas de la Academia de los Nocturnos), resulta ameno rebuscar por Google, intentar dar con buenos documentales y, lo más importante, obtener buenas fuentes de información. Recuerdo lo interesante que fue la excursión por Valencia para obtener los planos del Palacio de los Valeriola, que si la Llig, que si la biblioteca de la Beneficencia, que si el Registro de Bienes Públicos de la ciudad… todo por realizar una descripción lo más fidedigna de una casa solar valenciana anterior al XVI.
Luego llegaron las localizaciones, todas ellas muy urbanitas. Recuerdo el día que nos adentramos por primera vez en la placeta de Nules, estaba anocheciendo, bajábamos por la calle Almodóvar, una vía adoquinada, en parte restringida al tránsito, rodeada de mansiones y viejas farolas de hierro. La plaza Nules es una vía estrecha, acotada por el propio Palacio Valeriola y una segunda casa solar de uso privado. Al fondo están los antiguos edificios de la calle Franciscanos; pues bien, aquella tarde-noche, emanaba de una ventana la música hechizante de Noches de bohemia, de Navajita Plateá, y los compases se extendían por la plaza y se mezclaban con los palacios de aquellos señores valencianos que, en otro tiempo, representaron las leyes y la cultura, y de alguna manera inexplicable, todo aquello que se condensaba en el ambiente, acabó entrando en mi cuerpo y me puso la piel de gallina. Agarré con fuerza la mano de mi novia mientras cerraba los ojos y dejaba que mis sentidos se fundieran con aquel mágico cuadro de música y arquitectura y supe que esa era una localización perfecta para «Noches de sal», y lo que estaba sintiendo en ese mismo momento, debía plasmarlo en las páginas de la novela. Así que, cuando en el libro, los personajes pisan por primera vez la plaza Nules, también sienten la exaltación de la música tal como la percibí yo aquel cálido crepúsculo de primavera.
El caso es que las localizaciones no sólo las ves, sino que las sientes, las pateas, las sudas, incluso acabas absorbiéndolas hasta que se funden con el argumento de la novela. Volviendo a «Noches de sal», existe una calle en Valencia que se llama Los Nocturnos, es una calle pequeña y húmeda, siempre sombría, en la que el frío se te pega al cuerpo. Esa calle es protagonista del libro y, debo admitir, que ya es tan parte de mí que siempre vuelvo a ella para quedarme plantado justo en el centro y observar los edificios que me rodean.
Sé que con la nueva novela que me bulle en la cabeza tendré que experimentar un éxtasis parecido, aunque en este caso Valencia no ostentará un protagonismo tan importante como en «Noches de sal». Pero sí que es cierto que cada vez que cojo el coche y deambulo por la ciudad, me voy fijando en los suburbios más tétricos para empezar a situar las escenas que estoy ideando. Es una tarea divertida, aunque soy consciente de que este nuevo libro en el que me embarcaré en breve es aun más sucio que «Noches de sal», por lo que las fotos que aparecen en mi cabeza y las localizaciones con las que tengo que dar son cada vez más sórdidas. Ya tengo un par de ideas pergeñadas, ahora sólo me hace falta reunir el valor suficiente para cristalizarlas.
¿Y qué es lo último que me falta por encontrar? ¡Los personajes! Tengo sus nombres, tengo su historia, tengo sus personalidades, incluso comienzo a visualizarlos, por lo que el casting no será muy difícil de realizar. Veré un par de películas para tomar referencias, consultaré un par de libros, me embarcaré en una búsqueda de perfiles y personalidades que definan a unos individuos sucios que tendrán que habitar un mundo sucio. Creo que esta nueva novela va a ser más bestselleriana que «Noches de sal». La introspección que llevaba esta última va a ceder su testigo a la evocación de enfoques paradigmáticos.

Mientras que los protagonistas de «Noches de sal» eran reales, vivían vidas normales y se enfrentaban a los problemas desde el prisma de la inexperiencia, en mi nueva novela va a pasar todo lo contrario. Sí que habrá algún personaje que se meta por primera vez en el fango, pero la mayoría ya va estar lleno de barro hasta las orejas, lo cual hace aún más complicado que el lector se enfrente por primera vez al miedo.
Una vez más, vuelvo a reciclar cuentos para crear una historia mayor, y si en «Noches de sal» aparecía algo de «Sueños remotos» o, incluso, de una novela épica que aparecerá próximamente, en la nueva historia habrá un submundo que ya desarrollé en «Giovannina está contigo» (de próxima aparición en el Paura) y que puede dar mucho más de sí.
Otra de las cosas interesantes de andar recopilando información, es que baja la intensidad de trabajo y no pasas tantas horas delante del ordenador… así que les dejo por hoy, que ya les he comido la cabeza lo suficiente. Mañana más.


By David Mateo with 5 comments

5 comentarios:

Gran canción, sí señor. El momento debió de ser realmente mágico.

Fue impresionante, Enric. No te lo puedes ni imaginar. Todavía se me ponen los pelos de gallifante :-)

En cuanto tenga un rato un finde me he de pasar a dar un vistazo a Los Nocturnos que me ha picado la curiosidad jeje.

Claro que sí, yo mismo puedo hacerte de guía. El sábado podemos echarle un vistazo durante la quedada.

Una entrada muy educativa, si señor.
Gracias David, todos los días me enseñas algo nuevo de este oficio de escribir.
ch3p3

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