lunes, febrero 8

La carretera (The road)

Pocos, muy pocos estrenos nos quedan por analizar de las películas que van para los Oscars. Para la semana que viene me dejo «Precious» y «En tierra hostil» de Kathryn Bigelow; las malas lenguas dicen que este año las estatuillas se las van a repartir ella y su ex Cameron. Pero antes de ir con la peli de la semana, vamos con un par de recomendaciones.

La Cuarta Fase


Si hace un par de semanitas a la Milla Jovovich le metíamos palito por «Escapada perfecta», ahora le vamos a dar una palmadita en el lomo por «Cuarta fase», así la niña no se nos mosquea y no se va a su grupo de amigos a chivarles que en ‘La sombra de Grumm’ siempre la estamos poniendo a parir.
No nos encontramos ante un peliculón, pero tampoco estamos ante una castaña. La película mantiene muy bien la tensión, aunque hay escenas increíbles, por mucho que salga la Jovovich al principio diciendo que todo lo que vamos a ver a continuación esta basado en hechos reales y patatín patatán. Es más, si rebuscamos por diferentes webs, damos con enlaces semejantes a éste, en el que se deja bien claro que el pueblo de Nome no está tan aislado como se deja entrever en la película, que sí que es cierto que existe una doctora Abigail Tyler que se dedica al tema del hipnotismo, pero que jamás ha sido abducida por un extraterrestre y que toda la parte documental de la película forma parte de la campaña viral perpetrada por sus creadores. Uno comienza a cansarse de que se nos intente engañar con todo este tipo de mensajes que lo único que hacen es enguarrar la imagen de una película que no los necesitaría para pasearse con cierta decencia por las salas cinematográficas.
Y es que Cuarta Fase es efectiva, con los sustos de rigor, con los momentos inquietantes y el mal rollo que transmiten los abducidos. Imaginar que existe un pueblo como Nome, aislado del resto de la civilización y al que solo se puede llegar con avioneta, ya de por sí da yuyu. ¿Por qué querer hacer un dogma de fe de todo esto? Francamente, no lo entiendo. Supongo que todas estas campañas, a la larga, hacen más mal al cine de terror que otra cosa. Hace poco tuve la oportunidad de ver un documental titulado «Exorcismo en Connecticut» y los hechos reales que sucedieron —o al menos que plantea el documental— dan mil vueltas al bodriete de película de Peter Cornwell.

The Killing Room


Ésta no la busquéis por ninguna sala de cine porque, a pesar de haber sido estrenada en el 2009, en España ha salido directamente en DVD. El director es Jonathan Liebesman, el de la precuela de la nueva versión de la «Masacre de Texas».
El argumento de la película es muy básico: cuatro individuos metidos en una sala, dispuestos a someterse a diferentes pruebas médicas. Pero en cuanto el jefe del experimento, uno de mis actores preferidos Peter Stormare (el John Abruzzi de Prison Break o Satán en Constantine), saca una pistola y le mete una bala en la cabeza a uno de los inocentes ‘reclutas’, todos los presentes se dan cuenta de que el experimento no va a ser todo lo inofensivo que parecía en un primer momento.
La película está muy bien, aunque los parámetros ya los hemos visto unas cuantas veces en otras historias parecidas. Las pruebas psicológicas son cada vez más jodidas, los personajes no se rebelan de manera ostentosa o con reacciones increíbles. En todo momento la acción se contiene en diálogos angustiosos y pruebas que ponen al límite los nervios de los distintos cobayas. Además, la interpretación de Chloë Sevigny, la científica novata, da mucho que pensar y en todo momento te hace dudar de sus reacciones.
Es una pena que en estos tiempos en donde el cine chabacano y gore inunda las salas de cine, una película limpia e inteligente como «The Killing Room» tenga que pasar directamente al mercado del DVD.

La carretera (The road)


Iba a poner la coletilla de Cormac McCarthy, pero en realidad esta versión fílmica es de un semidesconocido John Hillcoat. Aunque la película es bastante fiel al estilo McCarthy, para lo bueno y para lo malo.
Si tengo que analizar ‘La carretera’, inevitablemente, tengo que exponer sin tapujos las sensaciones que el bueno de McCarthy despierta en mí. He leído «Meridiano de sangre» y «La carretera» y he visto la peli de los Cohen «No es país para viejos», una adaptación, según dicen, bastante fiel al libro, algo que me creo viendo la estructura del film. Obviamente, poco se le puede reprochar al ganador de un Pulitzer sobre su forma de narrar. Cormac McCarthy escribe como Dios, sus descripciones crepusculares, oscuras, detalladas, opacas, abrumadoras, siniestras, gores, sucias, minuciosas… son inigualables. Este señor tiene la capacidad de trasladarnos por mil paisajes diferentes a través de su prosa (¡algo que ha copiado con éxito el señor John Hillcoat en su película!) y sólo por la fuerza de esas imágenes abocarnos a un descenso al infierno. Luego están sus diálogos. McCarthy es perro viejo, resabiado, me lo imagino huraño, desengañado por el mundo y reñido con él. Sus diálogos, llenos de crudeza, parecen estar entretejidos con esparto y te hacen sentir incómodo mientras los lees. Es más, hay veces que me da la sensación de que el escritor se despega de sus personajes hasta tal punto que ni siquiera les da nombres y los usa como zapatillas de andar por casa, desgastándolos continuamente hasta dejarlos llenos de agujeros y sabañones. Sin embargo, hay algo que falla en sus historias… perdón, no falla, pero sus historias —al menos las que yo he leído— destrozan algo que para mí es básico en toda novela: la trama. McCarthy coge un cuchillo y corta por donde le da la gana una línea que parece desplazarse indefinidamente hacia el pasado y el futuro. Y le da igual por donde corta, porque se contenta con ofrecernos una muestra atemporal de algo mucho más grande que jamás llegaremos a atisbar.
Esto que estoy contando, en «La carretera» no acaba de ocurrir, sino que aquí sí que hay un hilo conductor que son un padre y un hijo y hay una trama más o menos estructurada (más o menos, tampoco os creáis). Quien vaya a ver ‘La carretera’ pensando que es una película comercial, saldrá de la sala decepcionado. El mejor adjetivo que se le puede decir a la película es que es una historia muy McCarthy… y con esto ya estamos diciendo muchísimo.
«La carretera» nos narra las peripecias de un padre y un hijo en un mundo postapocalíptico en donde todo se ha ido a la mierda. ¿Por qué? ¡Váyase usted a saber, porque McCarthy no pierde ni un minuto en explicárnoslo! Es un mundo gris, sin colores, sin animales, sin vegetación; un mundo de coches oxidados olvidados en la carretera, de casas perdidas en mitad del paisaje errumbroso, de cielos encapotados en los que la lluvia y la tormenta siempre se muestra depredadora. No hay zombies, pero sí que hay antropófagos (aquí el señor Hillcoat sí que se abstiene de mostrarnos ciertas escenas que McCarthy no se corta un duro en desarrollar en su novela) y gente que deambula por la carretera sin saber muy bien adónde va o qué le va a deparar el destino, entre ellos un Robert Duvall irreconocible.
Se nota que a Charlize Theron había que darle un poco de vidilla en la película, ya que en el libro apenas sale, pero como lo hace tan bien, no importa demasiado. A estas alturas, poco hay que decir de Viggo Mortensen, una mala bestia de la interpretación, que representa perfectamente al padre mortificado y hostil que trata de mantener incólume la inocencia de su chico, muy bien interpretado por Kodi Smit-McPhee, el futuro Oskar (u Owen) del remake americano de ‘Déjame entrar’.
La película es dura de cojones, pero a la vez es una crítica contundente hacia todos los desmanes que comete nuestra sociedad y hacia dónde podríamos dirigirnos si no cambiamos muy pronto el chip y nos ponemos las pilas. ‘La carretera’ deja bien claro hasta qué punto podemos convertirnos en vagabundos del mundo, en seres sin identidad a merced de un ecosistema hostil y despiadado que no entiende de familias, de sentimientos ni misericordia. Es una llamada de atención a nuestra conciencia y hacia las posibilidades alternativas que podemos encontrar en nuestro futuro más inmediato.
Lo único cierto es que ‘La carretera’ no va a dejarte indiferente si decides ir a verla.

By David Mateo with 19 comments

19 comentarios:

Sim el discrepante:
La carretera me pareció un tostón cargado de trampas. Algo así como survivor con niño, jugando con la repugnancia frente al canibalismo para ahorrarse la trama (como bien señalas).Pero ante todo un tostón sensiblero.
No hay para tanto. El corre corre niño que nos comen ha sido una constante en la historia humana (hasta no hace tanto en las culturas de cazadores recolectores y en otras animistas, aún hoy para grandes ocasiones).
Consejo de cara al Superkabum: las fábricas de pienso de animales (el cordero con verduras para pastor alemán no tiene mala pinta) :))

Lo estaba hablando hace un rato con Roberto Malo, Cormac McCarthy escribe unos ladrillos impresionantes. A mí, Meridiano me gustó como ejercicio creativo 'distinto' a lo habitual. Pero conforme lees más a McCarthy llega a agobiarte con tanta descripción, tanto faranduleo existencial, etc etc... es un poco ladrillo, y eso que La carretera es un libro bastante digerible en comparación a otros. Al menos aquí se entrevé cierto argumento.
Respecto a la película, está bien. Punto. Yo no creo que haya esa trampa que tú expones por la inclusión del niño. Pero tampoco me parece una película excepcional. Me parece un argumento que hubiera aburrido a las moscas si no hubiese sido pergeñado por un tío que describe muy bien y que hace diálogos cojonudos.

Me esperaba mucho de esta película y a la hora de la verdad me ha parecido un coñazo. Mucho paisaje, muchos efectos especiales, pero nada de trama. Si no llega a ser porque la obra original ha conseguido un premio literario, todo el mundo la hubiera puesto a parir por falta de argumento.

Estoy de acuerdo. Quizá lo mío es más una manía personal a recursos situacionales (niño indefenso y papá sobrepasado) que me parecen manidos.

Exdiscrepante.

A mi tampoco me gusta Cormac como escritor, me parece soporífero y enrevesado. Me conformo con lecturas menos densas.

Sin entrar a valorar los aspectos técnicos de la peli (que me parece una más que solvente adaptación del original), y sin ponerme a debatir acerca de la calidad literaria y el "peculiar" estilo de Cormac McCarthy; aunque dejando claro que me gusta el muy cabrón; entre otras cosas no me considero quién para hacerlo ni tengo tiempo como para ponerme, lo que no se sostiene es eso de "sensiblero". Sensibleros son los telefilmes baratos de sobremesa y las novelas de Nora Roberts.
No se si la paternidad nos cambia la perspectiva de las cosas, pero no es lo mismo, ni de lejos, el leer "La carretera" antes y después de haber sido padre. Cuando eres padre esta obra de McCarthy te pone los huevos por corbata. Si no son ustdes padres ya me contarán el día que lo sean y se lean la dichosa novelita, ya...

Es lo que decía en el blog de Joe. Cuando papá coge la pistola y le indica al niño cómo se la tiene que meter en la boca, apuntando hacia los sesos, y cómo debe apretar el gatillo, la sensiblería se escurre por la taza del water.
Yo no soy padre, pero no hace falta serlo para comprender que McCarthy es un cabrón que tiene muy poco de sensible.
Yo creo que no hay que confundir sensiblería con ternura (otra escena cojonuda, cuando el papá baña al niño y lo mima como si fuera su único 'Dios').

>>Sensibleros son los telefilmes baratos de sobremesa y las novelas de Nora Roberts.

Y cualquier film apocalíptico de Ronald Emerich en el que el papá divorciado tira de la parejita insufrible mientras el mundo se despedaza a su alrededor.

Bueno, sustituye sensiblero por emocionero. Es igual, es empatía facilona, especialmente para con los que somos papás (no veas como lloraban las mamás de la fila de atrás!!!)
Si yo encañono a un niño siempre más impactante que a un cabronazo. A eso me refiero... efectismo emocional. A mi ese apelarme a las tripas con aldabonazos morales me molesta.

No me importó cuando leí la novela que no hubiera trama en el sentido clásico (cosa que para mí es capital), no me importó que no me dieran explicaciones del cataclismo: no lo eché en falta; y ahora con la película me ha pasado lo mismo.

Aparte de lo que ya he dicho (y bastante rollo he soltado. XDD) estoy con "El Espíritu..." en lo de la paternidad. Pero no es simplemente que te veas en el papel del padre porque sí, es que la situación te parece "realista" (dentro del contexto, claro está). Supongo que eso es lo que más me impactó y que te planteas seriamente qué cojones harías en una situación así (cosa que en otras pelis no te llegas ni a plantear).
En cuanto al autor, yo solo he leido esta novela, poco bagaje para juzgar su obra, pero este libro en cuestión me gustó, y mucho.

No sé por qué decis que no tiene trama, el personaje es la trama. Eso es todo. No creo que una trama al estilo tradicional con su división aristotélica y tal, su línea temporal, su estructura, ganchos, conflictos y detonantes sea necesaria para la novela actual. Le veo mucho mérito al estilo del McCarthy y, por supuesto, estoy con lo que dice David de sus diálogos. Es un pedazo de escritor, se mire como se mire. La peli todavía no la he visto, espero no salir defraudado.

La peli está bien, se puede ver (a mí me ha gustado bastante más que el libro). Ya me pasó lo mismo con "No es país para viejos", me gustó mucho más la peli que el libro. Supongo que es un escritor que a mí no me llega, pero sacan pelis dignas de libros secos y sosos (pero es solamente mi opinión, sé que a mucha gente le encanta este escritor, o sea que supongo que algo tendrá, pero a mí se me escapa).

Yo me hubiera comido al niño, y luego, con más fuerzas, hubiera hecho otro.
Es broma.
La verdad es que esta es de las raras ocasiones en las que estoy un poco de acuerdo con todo el mundo. Sí, la verdad es que hay bastante papanatismo con el señor Corman McCarthy. Mientras estaba leyendo la novela no dejaba de pensar: ¡Y luego dicen que Avatar toca un tema sobado! No hay nada en toda la novela "La Carretera" que Sthephen King no haya hecho diez veces mejor en "Apocalipsis". Sin embargo, debo admitir que la novela me atrapó y que me la leí fascinado. ¿Por qué? La verdad es que si la analizas no tiene más que montones de descripciones (magníficas, eso sí) y diálogos tontorrones (como no podría ser de otro modo, dada la edad del chico), pero funciona por acumulación. Tanto gris, tanto desastre, y el tío que intenta sobrevivir contra viento y marea (un tema tratado un millón de veces pero que funciona), te acaban calando. Pero los personajes no existen. El chico es un chico y el hombre es un tío que quiere sobrevivir (una vez más hay que recordar a los personajes de King cuando está en vena). Todo es blanco y negro, como no puede ser de otro modo en un mundo tan devastado como se describe. Como el niño repite una y otra vez: nosotros somos "los buenos", y ellos son "los malos". Pero ya digo que esto tiene su lógica en la novela. Creo que si funciona es porque, al ser tan simples los personajes (ni siquiera se ha tomado la molestia de ponerles nombre), el lector se identifica y añade por su cuenta lo que falta. El viejo que sale al final es como el típico personaje de "Meridiano de sangre": impávido y con unos diálogos desquiciados y sin sentido.


Juanmi

Es lo que decía al principio de mi comentario. Cormac tiene algo que lo hace especial. Tú puedes coger tres novelas de Stephen King o de cualquier superventas y leértelas de un tirón, a mí me ha pasado con Connolly, pero sería incapaz de hacerlo con McCarthy. Creo que es un autor que debe de ser consumido en pequeños sorbos porque si no empalaga.
Sea como sea, La carretera es una excepción... hay otras de sus novelas que son más ladrillos.

El libro me parece soberbio y que la película esté a la altura ya es para mí una noticia excepcional. Que yo recuerde, a mí nunca me habían contado antes la historia de un padre que lucha por la supervivencia de su hijo más allá de la rendición de la propia madre ¿Esperanza, cobardía o egoísmo?. Y la película lo hace, desde mi punto de vista, sin concesiones a la platea, o muy pocas, de hecho, ni siquiera tira de vena sangrienta, cosa que siempre vende bien y en la que se podía haber regodeado con creces. También es cierto que la contención y el gusto por contar una historia sin adornos prescindibles son valores que, salvo agradables excepciones, cotizan bajo en taquilla.

Sí, pero convendrás conmigo que precisamente la contención no caracteriza a McCarthy. Si algo llama la atención de él es que es muy bruto en su prosa. Cadáveres torturados y mutilados siembran la iconografía de este autor. Para él la violencia y el sadismo es un arma más que esgrimir en sus novelas. La grandeza de este autor es que es capaz de pasar de lo peor a lo mejor en apenas un suspiro.
Yo creo que la violencia y el erotismo, el gore y el sexo, o como queráis llamarlo, son armas que el escritor debe utilizarlas con cabeza y deben entonar armoniosamente en una novela o en una película.
McCarthy es un autor muy gore.

Precisamente. Muy gore. En el libro apenas hay sentimientos más allá de la necesidad de correr para no ser comido y horrorizarse ante la brutalidad del ser humano. Un argumento que ya era viejo cuando Tito Macio dijo aquello de "El hombre es lobo para el hombre", allá por el 200 y pico antes de Cristo.
Nada nuevo y sin argumento más que correr y correr, y esconderse. Pero ya digo que esa idea tan básica funciona en una historia como esta, y quizá no necesitaba más.


Juanmi

Yo creo que tanto el libro como la película presentan sentimientos básicos del ser humano y si por algo se caracteriza McCarthy es por sacar petróleo de argumentos áridos, de ahí que la historia funcione tan bien.

Creo que en el libro, McCarthy desnuda el texto de elementos superfluos, incluso de nombres de personajes, hasta dejar la historia prácticamente en su estructura básica y los diálogos en lacónicos intercambios de palabras, pero paradójicamente, todo eso en lugar de restarle fuerza, magnifica la situación y el sacrificio del padre. Uno no puede dejar de maravillarse de cómo ha conseguido inculcarle un sentido tan agudo de lo correcto y del respeto al prójimo en un mundo semejante y creo que ahí estriba lo sorprendente del libro, que también he encontrado en la película, pues el proceso resulta creíble, cuando en otras circunstancias quedaría bisoño y poco plausible. Creo que esa y no otra la historia que nos quiere contar Cormac.

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