jueves, marzo 25

De Anna Frank a Petter Moen

Cuando narro la historia de Anna Frank en cualquiera de mis talleres, se hace un silencio sobrecogedor. Ya sean pequeños o grandes, los chavales componen una expresión muy seria, tuercen la boca y me observan con cierta pesadumbre desde sus pupitres. El testimonio que nos dejó Anna a través de su diario es triste, inquietante y pavoroso, pero sobre todo es un mensaje de lo importante que es la libertad para cualquier ser humano. Normalmente, tras la exposición de los hechos vienen las preguntas: ¿Por qué los alemanes permitieron que los nazis llegaran al poder? Entonces les hablo de la crisis de los valores elementales en una sociedad, de las penurias económicas de un pueblo, del racismo y de la xenofobia, de lo importante que es el ser humano sobre cualquier pensamiento o creencia y que el color de la piel no importa. Les advierto que un mensaje sin un buen argumento nunca puede traer nada bueno y que jamás debemos doblegarnos al fanatismo. Que debemos ser inteligentes y tenemos que ser lo suficientemente perspicaces para desmenuzar el sentido de las palabras hasta encontrar el verdadero motivo del discurso y todas las implicaciones que conlleva tomar una decisión.


Petter Moen, vendedor de seguros judío, fue una de esas voces anónimas que tomaron decisiones en aras de la libertad durante la Segunda Guerra Mundial. Natural de Noruega, se encargó de transcribir las informaciones de la BBC en el periódico clandestino London Nytt y de ponerlas a disposición de sus compatriotas en una de las publicaciones clandestinas más conocidas de la época. El 3 de febrero de 1944, fue detenido por la Gestapo y acusado de alta traición. Permaneció detenido siete meses en la prisión de Oslo y durante todo ese tiempo se dedicó a escribir su diario. Lo hizo en papel higiénico, en la más completa penumbra, punteando las palabras con un clavo y dando forma a unos pensamientos embriagados por la necesidad de libertad.

Moen fue trasladado en barco hasta Alemania, pero la nave naufragó y de los cuatrocientos prisioneros que iban abordo, sólo sobrevivieron cinco. Moen no era uno de ellos. Sin embargo, aquel vendedor de seguros judío logró que su testimonio llegara hasta nosotros a través del tiempo. Mientras estuvo sometido al yugo nazi en las mazmorras de Oslo, Moen convertía los pliegos en bolas de papel y las lanzaba por la ventana de su prisión, de tal modo que toda la información era arrastrada por una acequia y acababa muy lejos de la mirada inquisitiva de sus captores. Hoy, el diario de Petter Moen se encuentra expuesto en el Museo de la Resistencia Noruega en Oslo y al igual que sucede con el texto de Anna Frank, sus pensamientos, sus palabras esculpidas en la inconmensurable oscuridad, suponen un testimonio desgarrador de lo que llega a suponer la falta de libertad.
Como os decía al principio, cada vez que hablo de Anna Frank o Petter Moen en una de mis clases, se hace un silencio absoluto y en el ambiente se puede escuchar el bullicio de los pensamientos.

By David Mateo with 9 comments

9 comentarios:

¿Lo de Moen es cierto? Tiene toda la pinta de ser un bulo. ¿Cómo podía sobrevivir el papel higiénico en una acequia arrastrado por el agua?

Hace poco desenmascararon a un español que decía haber estado en Austwich y sobrevivió. Tiene varios libros, por cierto.

Me encantan las miradas los dos.

Las memorias de Moen han sido recogidas en un libro publicado recientemente por una editorial española. A mí la historia me llegó a través de Radio 5, así que no creo que haya bulo.
Supongo que ese papel higiénico no sería el mismo papel higiénico que nosotros disfrutamos en nuestra casa, y más tratándose de una prisión. Los testimonios dicen que hacía rollos de cinco y los arrojaba por la ventana.

Sí, yo también oí lo de Moen hace tiempo y parece cierto. Un ejemplo de como la realidad supera la ficción. Exponer el tema en clase para sensibilizar a los críos es todo un acierto. Hay cosas que duelen, pero ya se sabe que quien olvida su historia está condenado a repetirla.

Hola. La historia de Petter Moen es verídica. El "papel higiénico" en realidad eran pliegos de papel de estraza que él numeraba de cinco en cinco. Los enrollaba en un sexto pliego y escondía los rollos tras la rejilla de ventilación de la celda. Cuando acabó la guerra, uno de los compañeros de celda de Moen dio cuenta de la existencia del Diario. Y allí estaba, sólo algo humedecido. Podéis ver un video en You Tube que ha preparado la editorial (hay fotos de los pliegos, de la celda, de la Comisaría General de Oslo...). El libro se publicó por primera en Noruega cuando acabó la guerra, pero nunca se había traducido hasta ahora al español. En realidad, en el Museo de la Resistencia de Oslo sólo hay un pliego expuesto al público. Pero la traductora, que viajó hasta allá, pudo ver la totalidad del "diario", custodiado en el archivo. Según su testimonio, es impresionante...

Reculo en mi incredulidad. Ole los cojones de Moen :D

Yo había escuchado una versión en donde Moen arrojaba esas bolas por la ventana y era una acequia la que arrastraba el papel lejos del presidio. Pero el desenlace y los detalles que ha expuesto María son los que yo conozco.

Sea como sea, todos estos testimonios y el germen del nazismo, desgraciadamente, comienza a tener ciertos paralelismos inquietantes -y por suerte sutiles- con lo que sucede en nuestra sociedad. Cada vez miramos con mayor desconfianza a nuestro vecino, por ser de idiologías o de orígenes distintos al nuestro, y lo acusamos de muchos de los males de nuestra sociedad enfermiza. Nuestros hijos tienen que sensibilizarse y comprender que la inmigración no es la causa de nuestros desvelos y que los discursos extremistas, a pesar de que son simples y que transmiten cierta complaciencia, acaban convirtiéndose en atajos peligrosos que no abordan con lucidez los grandes problemas de nuestra sociedad.

Para no crear confusión, tooooodo lo que ha expuesto María es la realidad. Ella está mucho más cerca de la obra de Moen que un servidor.

el que comenta es judio..

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