lunes, diciembre 27

Donde nacen las historias

Hace poco, mi buen amigo Claudio Cerdán publicó en su blog el lugar donde nacen sus historias. Hoy me toca publicar el mío, que es más o menos así:


Este es el rinconcito donde nació «Heredero de la alquimia» o «Nicho de reyes», aunque debo de admitir que a la hora de escribir no soy nada melindroso. Por ejemplo, «Noches de sal» ha sido escrito en lugares tan dispares como el trayecto de un tren de Zaragoza a Valencia, en un hotel situado en las inmediaciones de la estación de Termini de Roma, en el balcón que daba a los montes de Sintra o en las salas de profesores de varios colegios de la Comunidad Valenciana, entre clase y clase. Pero como no tengo portátil, al final, todos los fragmentos que escribo en mi cuaderno de viaje tienen que pasar por el filtro del ordenador de sobremesa que ven en la fotografía.

1 – El sillón. ¿Recuerdan el capítulo de los Simpsons en el que el gato se muere y Lisa compra a Bola de Nieve nº5? Pues este sillón vendría a ser el sillón Bola de Nieve número seis o siete. La verdad, este sillón no tiene historia. Sobre él tan solo he escrito el final de «Carne muerta», lo compré hace cuatro o cinco meses. Eso sí, es cómodo de cojones. Tan cómodo que Juan de Dios Garduño me lo copió y se ha comprado uno igual. Luego dicen que los escritores no somos caprichosos.

2 – La impresora. Antaño era uno de los instrumentos más valiosos del escritor. Desde que me compré el ebook ni la uso. Creo que lleva sin tinta desde 1995.

3 – Cables, muchos cables. Un euroconector con un montón de puertos… todos ocupados. Altavoces del ordenador y del equipo de música. Hay veces que me tiro media hora para saber qué cable corresponde a qué aparato, pero no pasa nada, cuando era pequeño me encantaban los laberintos en los crucigramas.

4 – Ahí está escondido el equipo de música. A veces me lo pongo de acompañamiento musical en mis novelas, pero normalmente lo uso para escuchar la tertulia del fútbol mientras hago la cama.

5 – El dvd (que por supuesto reproduce divx), el TDT (que me lo regaló un amigo escritor, no voy a decir quién no vaya a ser que lo despidan) y el disco duro externo multimedia. Uno tiene que tener todos los placeres al alcance. También podéis ver mi última adquisición: la Xbox. ¿Quién dijo que la tentación vive en el piso de arriba?

6 – Este ordenador sí que es de LEYENDA. En él he escrito los dos últimos libros de La tierra del dragón, el 80% de los cuentos de Perversa, El susurro del bosque, el Xe que bo y, por supuesto, mis tres últimas novelas: «Heredero de la alquimia», «Noches de sal» y «Carne muerta». ¡¡Que dure, que dure!!

7 – El escáner, que está al revés y siempre que escaneo algo tengo que rotarlo en el photoshop. Suelo perder unos cuantos segundos en las rotaciones de las ilustraciones, pero es imposible colocar el escáner de otra manera. ¡¡Ya no tengo espacio!!

8 – El cojín del sillón. ¡¡Hay que escribir lo más cómodo posible!!

9 – Mi bote de los bolis (y si hacéis un zoom: de mi lapicero con gatito y cascabel). Paradójicamente, no está mi boli de las correcciones (otro utensilio legendario de la Factoría Grumm). Ese boli es una leyenda viviente, como Stallone o Bin Laden. Lo llevo usando desde los tochos de la Tierra del Dragón para corregir los manuscritos, mi agenda de viaje y garabatear mis firmas en los libros. Creo que ya le dediqué en su día una entrada.

10 – Mi papelera de reciclaje. Pero la real, no la del ordenador. Si os fijáis bien y hacéis un zoom sobre los papeles, podréis llegar a ver el título de la continuación de «Heredero de la alquimia». ¿No me creeréis tan cutre de titularla Heredero de la alquimia 2?

¡¡Mañana más!!

By David Mateo with 7 comments

7 comentarios:

Aún recuerdo cuando entré a tu guarida. Era como ver lo intangible, las letras flotando. Falta la estantería inmensa con novelas y cómics, que ocupa una pared. Yo sobre el sillón tengo la mantita a cuadros para no pasar frío, jeje.

Enga, a ver si se anima el resto de la fauna, que el cotilleo siempre es sano!!

¡¡Ostras: la mantita de cuadros!! Jajaa... ¡¡voy a incorporarla al utillaje de mi zona de trabajo!!
Hace tiempo saqué el estante dedicado a Spiderman. Mañana subiré mi rincón particular donde guardo mis tesoros más preciados. Y para más adelante prometo sacar mi biblioteca personal.

A ver si triunfas con tu última novela y cambiamos el monitor, que ésos ya no se llevan.
Un abrazo.

Si, amigo mío, creo que te mereces un monitor LCD de al menos 19 pulgadas.

Nada, nada, que aguante unos añitos más, que la economía no está para LCDS.

Yo decidí olvidarme de que no tenía un duro y comprarme un monitor nuevo LCDS, cuando me llevé mi ordenador de un piso a otro, y tuve que caminar, esquivar coches mal aparcados, y subir cientos de escaleras, cargando con aquel monitor enorme, que pesaba un huevo y cuyos cantos parecían estar hecho para que no pudieras cogerlo sin destrozarte los dedos. Casi me hago polvo la espalda aquel día, espalda que de por sí, tengo bastante maltrecha.
¡Qué día más malo pasé!
Además fui solo, porque no quise esperar a que alguien pudiera venir conmigo; con lo que me toco abrir puertas y maleteros como buenamente pude.
En definitiva, lo pasé tan mal, que fue llegar a casa, bajarlo al día siguiente al coche, para tirarlo a un punto limpio y después irme a una tienda de informática y comprarme otro monitor de nueva generación, que se podía coger, sin esfuerzo, con un par de dedos.
¡Díos, todavía me duelen todos los músculos de mi cuerpo, cuando lo recuerdo!
Ah, y de paso, aprovecho, y te digo que he sido uno de los ganadores del concurso de relatos zombis de Dolmen.

¡¡Hombre, enhorabuena!! Te leeré gustosamente en la próxima recopilación.

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